Rafael Barradas

Una de las figuras centrales de la pintura uruguaya a principios de siglo y de la vanguardia ibérica del siglo veinte.

¿Quién fue Rafael Barradas?

Nacido en Montevideo en 1890, Rafael Pérez Giménez era hijo del pintor Antonio Pérez Barradas, español radicado en Montevideo.

Rafael Barradas (que así se bautizó a sí mismo utilizando el apellido materno de su padre) ingresa al espacio cultural montevideano de 1910 como dibujante, pintor y caricaturista.

Sus estudios de dibujo los realiza "del natural", en los cafés donde solía permanecer largo tiempo, generalmente acompañado por hombres del teatro, la poesía y el periodismo. Son los tiempos de los jóvenes dramaturgos José Pedro Bellán, Ernesto Herrera ("Herrerita"), Florencio Sánchez, del dandy Roberto de las Carreras, del Café Británico, del Polo Bamba, del Ateneo.

Durante esos años, comprendidos entre 1907 y 1913, se dedica a la pintura al aire libre y a la caricatura e ilustración periodística, raramente elogiado y frecuentemente combatido por la crítica de arte de su tiempo. En 1913 edita su propio periódico llamado “El Monigote”, encarado con humor amistoso y provinciano, cuyos artículos iban acompañados de una profusa producción de dibujos litográficos que generalmente recaían en caricaturas de políticos, poetas, dramaturgos e intelectuales.

En agosto de 1913 se embarca para Milán amparado en la generosidad de su amigo el tenor Alfredo Médici, quien comparte con él una beca que le había sido otorgada por el Estado.

Después de una breve estadía en Italia y un pasaje por París, se establece en España, pasando severas penurias económicas que mellan su frágil estado de salud. Su pintura adquiere inesperado relieve vanguardista en la Barcelona de 1916, lugar y momento en que conoce al uruguayo Joaquín Torres García, con quien entablará una entrañable e imperecedera amistad.

Radicado a partir de 1918 en Madrid, es uno de los principales precursores del “Ultraísmo”, la vanguardia madrileña que conjuntó literatura, plástica, teatro, ilustraciones, ediciones, con alucinada vocación poética de filiación modernista. Entre otros contertulios suyos se encontraban Salvador Dalí, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Rafael Alberti, Ortega y Gasset, Gómez de la Serna.

Pintor, dibujante, escenógrafo, creador de cuentos e historietas para niños, Barradas abandona Madrid hacia 1926 para radicarse -ya muy enfermo- en Hospitalet, cercano a Barcelona. Allí abrirá, en su propia casa, las célebres tertulias del “Ateneíllo” a las que concurrían connotados artistas e intelectuales -no solamente españoles- de la época.

Regresa a Montevideo en diciembre de 1928 y fallece dos meses después.

En la peripecia de Barradas -un artista que busca la Europa soñada y una vez en ella no consigue regresar a su patria, aunque logra consagrarse póstumamente como uno de los pilares de la vanguardia española de los años 20- subyace el mismo atractivo que marcó la vida de otros artistas uruguayos. Lo que singulariza el caso de Barradas, es que él se integró y protagonizó (al igual que Torres García) los movimientos renovadores en la cultura europea de esos años y que ese desdoblamiento parece haberlo pagado con su propia vida.

Siendo hoy una de las figuras centrales de la pintura uruguaya a principios de siglo (y de la vanguardia ibérica del siglo veinte), Barradas representa al mismo tiempo, con su espíritu jovial, con su peculiar temperamento de entusiasta humildad y con su silenciosa entrega a una vocación por el arte cargada de amor al prójimo, un modelo de existencia que no ha perdido vigencia en el convulsionado mundo contemporáneo.

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